Bueno esta es mi ultima entrada sobre los géneros literarios, por último pero no menos importante nos quedan los SUBGENEROS DRAMATICOS... Vamos acabemos con este tema !!!
Género Dramático
Tragedia
Es una forma dramática cuyos personajes
protagónicos se ven enfrentados de manera misteriosa, invencible e
inevitable contra el destino o los dioses. Las tragedias acaban
generalmente en la muerte o en la destrucción física, moral y económica
del personaje principal, quien es sacrificado así a esa fuerza que se le
impone, y contra la cual se rebela con orgullo insolente
" Morir…,
dormir; no más! ¡Y pensar que con un sueño damos fin al pesar del
corazón y a los mil naturales conflictos que constituyen la herencia de
la carne! ¡He aquí un término devotamente apetecible! ¡Morir…, dormir!
¡Dormir!… ¡Tal vez soñar! ¡Sí, ahí está el obstáculo! ¡Porque es forzoso
que nos detenga el considerar qué sueños pueden sobrevenir en aquel
sueño de la muerte, cuando nos hayamos librado del torbellino de la
vida! ¡He aquí la reflexión que da existencia tan larga al infortunio!
Porque ¿quién aguantaría los ultrajes y desdenes del mundo, la injuria
del opresor, la afrenta del soberbio, las congojas del amor desairado,
las tardanzas de la justicia, las insolencias del poder y las vejaciones
que el paciente mérito recibe del hombre indigno, cuando uno mismo
podría procurar su reposo con un simple estilete? ¿Quién querría llevar
tan duras cargas, gemir y sudar bajo el peso de una vida afanosa, si no
fuera por el temor de un algo, después de la muerte, esa ignorada región
cuyos confines no vuelve a traspasar viajero alguno, temor que confunde
nuestra voluntad y nos impulsa a soportar aquellos males que nos
afligen, antes que lanzarnos a otros que desconocemos? "
Fragmento de Hamlet
William Shakespeare
1603
Comedia
Es una de las partes que compone el género dramático,
que principalmente se caracteriza porque sus personajes protagonistas
se ven enfrentados a las dificultades de la vida cotidiana y por eso
ellos enfrentan las mismas haciendo reír a las personas o a su
"público", movidos por sus propios defectos hacia desenlaces felices
donde se hace escarnio de la debilidad humana.
EGEO
¡Felicidades a Teseo, nuestro grandioso duque!
TESEO
¡Gracias, buen Egeo! ¿Qué te trae por aquí?
EGEO
Vengo,
invadido de aflicción, a presentarle queja contra mi hija Hermia.
Acércate, Demetrio. Este hombre, noble señor, tiene mi consentimiento
para casarse con ella. Acércate, Lisandro; pero éste, bondadoso duque,
ha embrujado el corazón de mi niña ... Tú, tú, Lisandro; tú has
compuesto versos para ella y cambiado regalos amorosos; a la luz de la
luna has cantado al pie de su ventana con voz engañadora trovas de un
amor fingido y has encantado las impresiones de su imaginación con
brazaletes de tus cabellos, anillos, adornos, fruslerías, caprichos,
ramilletes, bagatelas y confites, mensajeros de extremado ascendiente
sobre la inexperta juventud; con astucia has extraviado el corazón de mi
hija, convirtiendo la obediencia que me debe en persistente
obstinación. Por tanto, bondadoso duque, si aquí, en presencia de su
Excelencia, mi hija no acepta casarse con Demetrio, reclamo el antiguo
privilegio de Atenas; como mía que es, puedo hacer con ella lo que yo
quiera, entonces deberá elegir entre la mano de este caballero o la
muerte al instante, de acuerdo a nuestras leyes establecidas para este
caso.
TESEO
¿Qué
dices, Hermia? Reflexiona, hermOsa doncella. Para ti, tu padre debe ser
como un dios; el único autor de tus gracias, sí, y el único para quien
sólo eres como una forma de cera por él modelada y sobre la cual tiene
el poder de conservar o borrar la figura. Demetrio es un caballero
digno.
HERMIA
También lo es Lisandro.
TESEO
Personalmente, sí; pero, faltándole en este asunto el permiso de tu padre, el otro debe ser el preferido.
HERMIA
¡Quisiera que mi padre solamente mirara con mis ojos!
TESEO
Más bien tus ojos debieran mirar con su discernimiento.
HERMIA
Ruego
a su excelencia que me perdone. No sé qué secreto impulso me hace
atrevida ni en qué grado convenga a mi pudor el abogar por mis
pensamientos en presencia de tan distiguida persona; pero suplico a su
excelencia se digne comunicarme lo peor que en este caso podría
sucederme si no acepto casarme con Demetrio.
TESEO
O
perder la vida, o renunciar para siempre a la sociedad de los hombres.
Por consiguiente, hermosa Hermia, consulta con tu corazón, considera tu
juventud, examina tus inclinaciones, para que sepas si, no accediendo a
la elección de tu padre, podrás soportar el hábito de religiosa y quedar
desde luego encerrada en las sombras del claustro, a vivir tu vida de
hermana estéril, entonando desmayados himnos a la yerta y árida luna.
Tres veces benditas aquellas que pueden dominar sus pasiones y
sobrellevar tan casta peregrinación; pero más dichosa es en la tierra la
rosa cuya esencia destilamos, que la que, marchitándose en su tallo
virgen, crece, vive y muere en bendición solitaria.
HERMIA
Así
quiero crecer, así vivir y así morir, señor, antes que sacrificar mi
castidad a un hombre cuyo yugo rechaza mi alma y de quien no puedo
aceptar la soberanía.
TESEO
Piénsalo
con calma; y por la próxima luna nueva (día en que ha de sellarse entre
mi prometida y yo el vínculo de eterna compañía), prepárate a morir por
desobediencia a la voluntad de tu padre, o, por el contrario, a casarte
con Demetrio, como él desea, o jurar para siempre ante el altar de
Diana austeridad y solitaria vida.
DEMETRIO
Acepta, dulce Hermia, y renuncia a Lisandro, a tu loca pretensión ante la evidencia de mi derecho.
LISANDRO
Tienes el amor de su padre, Demetrio; cásate con él y déjame a Hermia.
Fragmento de Sueño de una noche de Verano
William Shakespeare
1605
Melodrama
El término melodrama, similar al drama pero con varios personajes, es originario del griego μέλος = canto o música y δράμα = acción dramática. Tiene el significado literal de obra teatral dramática en la que se resaltan los pasajes sentimentales mediante la incorporación de música instrumental.
LXIX
DE LA HECHURA DEL GRAN KAN
El
Gran Señor de los señores, que se llama Kubilai Kan¹, es de hermosa
talla: ni pequeño ni grande, sino de hechura mediana. Es de carnes bien
puestas; sus miembros están bien proporcionados. Tiene la faz blanca y
bermeja como rosa, los ojos negros y hermosos, la nariz bien hecha y
bien le cuadra. Tiene siempre cuatro mujeres, a las que considera sus
legítimas esposas. Y el hijo primogénito que de estas hubo ha de ser,
por derecho, señor del imperio después de la muerte de su padre. Se las
llama emperatriz y a cada una por su nombre. Y cada una de estas damas
tiene su propia corte, sin que en ninguna haya menos de trescientas
doncellas, tiene muchos criados y escuderos y muchos otros hombres y
mujeres; de tal guisa que cada una de estas damas tiene holgadamente mil
personas en su corte. Y cuando quiere yacer con alguna de ellas la
manda acudir a sus aposentos y a veces él va a los suyos.
Los Viajes de Marco Polo
Rustichello de Pisa, Marco Polo
1300
Tragicomedia
Es una gran obra dramática en la que se mezclan los elementos trágicos y cómicos, aunque también hay lugar para el sarcasmo y parodia.
Melibea.—Di, madre, todas tus necesidades, que si yo las
pudiere remediar, de muy buen grado lo haré por el pasado
conocimiento y vecindad, que pone obligación a los buenos.
Celestina.—¿Mías, señoras? Antes ajenas,
como tengo dicho; que las mías de mi puerta adentro me
las paso, sin que las sienta la tierra, comiendo cuando puedo,
bebiendo cuando lo tengo. Que con mi pobreza jamás me faltó,
a Dios gracias, una blanca para pan y un cuarto para vino, después
que enviudé; que antes no tenía yo cuidado de lo
buscar, que sobrado estaba un cuero en mi casa y uno lleno y otro
vacío. Jamás me acosté sin comer una tostada
en vino y dos docenas de sorbos, por amor de la madre, tres cada
sopa. Agora, como todo cuelga de mí, en un jarrillo mal
pegado me lo traen que no cabe dos azumbres...Así, que
donde no hay varón todo bien fallece: con mal está
el huso cuando la barba no anda de suso. Ha venido esto, señora,
por lo que decía de las ajenas necesidades y no mías.
Melibea.— Pide lo que querrás, sea para quien fuere.
Celestina.—¡Doncella graciosa y de alto linaje! Tu
suave fabla y alegre gesto, junto con el aparejo de liberalidad
que muestras con esta pobre vieja, me dan osadía a te lo
decir. Yo dexo un enfermo a la muerte, que con la sola palabra
de tu noble boca salida, que le lleve metida en mi seno, tiene
por fe que sanará, según la mucha devoción
tiene en tu gentileza.
Melibea.—Vieja honrada, no te entiendo si más no
declaras tu demanda. Por una parte, me alteras y provocas a enojo;
por otra, me mueves a compasión. No te sabría volver
respuesta conveniente, según lo poco que he sentido de
tu habla. Que yo soy dichosa si de mi palabra hay necesidad para
salud de algún cristiano. Porque hacer beneficio es semejar
a Dios, y el que le da le recibe, cuando a persona digna de él
le hace. Y demás de esto, dicen que el que puede sanar
a quien padece, no lo faciendo, le mata. Así que no ceses
tu petición por empacho ni temor.
Celestina.—El temor perdí mirando, señora,
tu beldad. Que no puedo creer que en balde pintase Dios unos gestos
más perfectos que otros, más dotados de gracias,
más hermosas facciones, sino para hacerlos almacén
de virtudes, de misericordia, de compasión, ministros de
sus mercedes y dádivas, como a ti. Y pues como todos seamos
humanos...¿Por qué los hombres habemos de ser más
crueles? ¿Por qué no daremos parte de nuestras gracias
y personas a los próximos, mayormente cuando están
envueltos en secretas enfermedades, y tales que donde está
la melecina salió la causa de la enfermedad?
Melibea.—Por Dios, sin más dilatar me digas quién
es ese doliente que de mal tan perplexo se siente que su pasión
y remedio salen de una misma fuente.
Celestina.—Bien ternás, señora, noticia en
esta cibdad de un caballero mancebo, gentilhombre de clara sangre,
que llaman Calisto.
Melibea.—¡Ya, ya, ya! Buena vieja, no me digas más,
no pases adelante. ¿Ése es el doliente por quien
has fecho tantas premisas en tu demanda? ¿Por quien has
venido a buscar la muerte para ti? ¿Por quien has dado
tan dañosos pasos, desvergonzada barbuda? ¿Qué
siente ese perdido, que con tanta pasión vienes? De locura
será su mal. ¿Qué te parece? ¡Si me
fallaras, sin sospecha de ese loco, con qué palabras me
entrabas! No se dice en vano que el más empecible miembro
del mal hombre o mujer es la lengua. Quemada seas, alcahueta falsa,
hechicera, enemiga de honestidad, causadora de secretos yerros!
¡Jesú, Jesú! ¡Quítamela Lucrecia,
de delante, que me fino, que no me ha dexado gota de sangre en
el cuerpo! Bien se lo merece esto y más quien a estas tales
da oídos. Por cierto, si no mirase a mis honestad y por
no publicar su osadía de ese atrevido, yo te ficiera, malvada,
que tu razón y vida acabaran en un tiempo.
Celestina (Aparte).—¡En mala hora acá vine,
si me falta mi conjuro! ¡Ea, pues! Bien sé a quien
digo. ¡Ce, hermano, que se va todo a perder!
Melibea.—¿Aún hablas entre dientes delante
mí para acrecentar mi enojo y doblar tu pena? ¿Querrías
condenar mi honestidad por dar vida a un loco? ¿Dexar a
mí triste por alegrar a él y llevar tú el
provecho de mi perdición, el galardón de mi yerro?
¿Perder y destruir la casa y la honra de mi padre por ganar
la de una vieja maldita como tú? ¿Piensas que no
tengo sentidas tus pisadas y entendido tu dañado mensaje?
Pues yo te certifico que las albricias que de aquí saques
no sean sino estorbarte de más ofender a Dios dando fin
a tus días. Respóndeme, traidora: ¿Cómo
osaste tanto facer?
Celestina.—Tu temor, señora, tiene ocupada mi desculpa.
Mi inocencia me da osadía, tu presencia me turba en verla
airada, y lo que más siento y me pena es recibir enojo
sin razón ninguna. Por Dios, señora, que me dexes
concluir mi dicho que ni él quedará culpado ni yo
condenada. Y verás como es todo más servicio de
Dios que pasos deshonestos; más para dar salud al enfermo
que para dañar la fama al médico. Si pensara señora,
que tan de ligero habías de conjeturar de lo pasado nocibles
sospechas, no bastara tu licencia para me dar osadía a
hablar en cosa que a Calisto ni a otro hombre tocase.
La Celestina
Fernando de Rojas
1499